España es hoy uno de los países del mundo con mejores condiciones para el desarrollo de la investigación clínica. La solidez del Sistema Nacional de Salud, la formación de los profesionales sanitarios, la solvencia de los investigadores, el compromiso de los gestores y las administraciones y la participación de los pacientes han hecho de España, en las últimas décadas, uno de los principales destinos para las inversiones en I+D biomédica.
Sin embargo, la progresiva digitalización de los sistemas sanitarios, la creciente competencia global en la I+D biomédica, que ha hecho perder terreno a Europa frente a Estados Unidos y China, y la creciente importancia de compatibilizar el acceso temprano a la innovación con la sostenibilidad dibujan un nuevo escenario que plantea numerosos desafíos. Afrontarlos con éxito es clave para asegurar que España siga desempeñando un papel preponderante en la investigación clínica, una actividad
que genera un alto valor añadido para los sistemas sanitarios y sus profesionales, el tejido investigador y, sobre todo, para los pacientes.